La segunda subida

Nota: Este post es muy muy personal (de hecho no sé si sea una buena idea ventilar todo esto en internet, pero ya estamos aquí) y básicamente es sobre un episodio relacionado con mi salud mental. Esto lo escribí para mi, sin ninguna intención de que a alguien más le guste o lo encuentre útil, pero si logras identificarte con estas palabras, o te inspiran a hacer algo para mejorar tu propia vida, genial.

Hace 3 años, me invitaron a subir la montaña Celeste por primera vez, y por subirla, me refiero a que alguien muy querida me presentó Celeste, el videojuego, y me invitó a completarlo. Si has jugado Celeste, sabes que no solo es un juego ténicamente excelente, si no que también cuenta una historia bien linda acerca de como lidiamos con nuestros problemas internos, el cómo los tratamos, el cómo entender algunas partes de ti que no son de tu agrado, y finalmente de la auto aceptación y el perdón. Y si bien presencié toda la historia, brillantemente contada a través de las conversaciones con los habitantes de la montaña y otros escaladores, en ese momento no consiguió hacer que reflexionara o me llegara a lo más profundo como lo hizo con muchas otras personas. En retrospectiva, en esa primera subida terminé siendo un espectador, u otro escalador en el camino de la subida de alguien más.

Lo que no sabía en esos momentos, es que poco faltaba para que mis lados más desagradables y dañinos salieran a la luz, y tuviese que comenzar mi propia subida, en la vida real.

Supongo que es importante dar un poco de información acerca de donde originó todo lo que les contaré después. He sido estudiante universitario por muchos años ya, dejé atrás una carrera por malas perspectivas económicas y durante la mayoria de mi vida tanto yo como mi ambiente ha puesto altas expectativas en mi lado académico, y con el tiempo probablemente yo mismo me puse mayores expectativas que el resto. Después de años de falta de motivación por no encontrar que quería hacer en la vida, constantes comparaciones con las perfectas vidas del resto en redes sociales e inseguridades varias, que sumados o como consecuencia de produjeron hartos fracasos académicos llegué a un punto de quiebre, que al mismo tiempo fue el momento donde tuve que comenzar a escalar mi propia montaña.

Durante mucho tiempo una voz en mi cabeza me susurró algo que para mi era una verdad incómoda, y a finales de 2018 ese susurro se había vuelto un grito que me acompañaba todo el día: Eres un fraude. Siempre lo fuiste. Has pasado años engañando a tus amigos, tu familia, a ti mismo y a todos los que conoces mostrandote como algo que no eres. Todos tus logros académicos (los únicos importantes a estas alturas) han sido producto de la suerte y engaños. Tu indecisión, falta de motivación y pensamiento depresivos son solo excusas que das cuando no rindes. No deberías estar donde estás, deberías desaparecer de las vidas de todos y ser un ermitaño o algo, porque al no ser el ser super inteligente que dices ser, no tienes valor alguno como ser humano.

Andar con esa voz día y noche no era fácil. Se tomaba cada momento de silencio para recordarme lo inutil que estaba siendo y lo poco que valía. Que estudiar no tenía objeto si no tenía la cabeza para entender las cosas. Horas de mirar una pantalla o una pared, o al vacío en algunas pruebas, todas escuchando estas cosas horribles que me decía, y por fuera tratando de mostrarme de buen ánimo, de que todo estaba bajo control. Hay que ser fuerte no? Debes ser alguien que le resbala la adversidad y los malos pensamientos, todos esperan grandes cosas de ti y saben que ya vienen.

Creo que dentro de todo, tuve suerte. La suficiente para que en algún momento me detuviera y notara que necesitaba ayuda si quería dejar de sentirme de ese modo, así que busqué terapia, donde logré darme cuenta que había depositado todo mi valor como persona, toda mi autoestima en un solo aspecto de mi vida, abandonando completamente otros en donde había tanto por lo que alegrarse, por lo que mirar atrás y sentir que cumpliste metas, que ayudaste a que otros la pasaran un poco mejor, o que simplemente hiciste algo bacan. El existismo y la competencia se habían apoderado de mi de la forma menos sana, y era hora de dejar eso atrás y entender que tienes derecho a vivir a tu propio ritmo, y a equivocarte, y a crecer en múltplies direcciones, no solo en las que la sociedad o el sistema quiera que lo hagas.
Aprendí a que ponerle tu empeño y corazón a cosas que disfrutas, a estar con gente que quieres, a crear, te hace crecer y te da sentido tanto o más como un título, y de vez en cuando me detengo a pensar en las cosas que he hecho, los espacios a los que di forma, y me siento mucho más realizado que si hubiese sido el más bacan de la generación.
Este proceso no fue fácil tampoco, estuve muchos meses probando diferentes ejercicios de pensamiento, y tratando de enfocarme en aspectos que normalmente postergaba. Desde entonces cada cierto tiempo me veo usando las herramientas que me entregaron para evitar caer en algunos agujeros de negatividad innecesaria.

Hace unas semanas, decidí subir la montaña Celeste por segunda vez, sin nadie que me guiara o acompañara, y lo hice porque sentí que este episodio de mi vida que relaté merecía una mirada después de unos años, y porque al estar a las puertas de la titulación, el trabajo que viene para mi es grande y veo como muchos sufren y han sufrido de múltiples cuestionamientos personales, y revisitarlos y reflexionar al respecto parecía algo últil de hacer para no olvidar que si bien hay una gran montaña frente a todos, también ya hemos subido muchísimo, y eso es muy valioso e importante para olvidar.

Creo que revisitar Celeste después de toda esta experiencia me ayudó a entender de mejor forma algunos aspectos y también entender cuales son los desafíos que vienen para uno. Si bien ya no hay una voz en mi cabeza que me hable sobre mi falta de valor, existen otros temas sobre los que pienso y reflexiono constantemente, y que también requieren pasar por un proceso de entendimiento, trabajo, y finalmente, perdonarse a uno mismo, que para mi es la lección que más rescaté de esta segunda escalada a Celeste. El aceptarse y perdonarse es uno de los trabajos más difíciles que hay hoy en día donde debes ser perfecto 24/7, pero es algo que creo puede hacerse siempre que estés dispuesto a mejorar y comprender que muchas veces, uno no puede hacer esto solo.

Autor: Pablo Leiva

Me gustan el helado, las galletas y a veces escribir leseras.

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